Según diversos autores parece que aquí se encontró el primer laberinto que existió en estos jardines. Y parece que de ahí proviene su nombre, de la confusión de Creta con Troya. Este espacio, actualmente poco ajardinado con fuente central, se caracteriza principalmente por la heterogénea arquitectura que lo limita y el revestimiento de la misma con naranjos en espaldera, reproduciendo una técnica sui-generis de estos jardines desde época medieval. Este jardín sirvió de inspiración inagotable para el afamado pintor valenciano Joaquín Sorolla, quien lo pintó en repetidas ocasiones regocijándose en las relaciones de claro-oscuro existentes entre estos espacios. Fue tal su preferencia por este jardín que serviría de modelo para construir el de su propia casa-museo en Madrid.